martes, 23 de julio de 2013

Lo que respiramos en Chilpancingo: incertidumbre en la calidad del aire

Cada año la población de Chilpancingo sufre los estragos de la mala calidad del aire durante los meses en que ocurren los incendios forestales, pues son visibles los efectos en la salud de los capitalinos -en ojos y vías respiratorias, particularmente- como consecuencia de las quemazones de vegetación que se producen en los bosques que aún se conservan alrededor de la capital guerrerense.
No obstante que es un fenómeno  que se presenta año tras año, ni la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, ni la Secretaría de Salud, ni la Subsecretaría de Protección Civil, tampoco el ayuntamiento de Chilpancingo cuentan de manera individual o en conjunto, con planes, programas o acciones que prevengan y combatan las consecuencias  dañinas de estos siniestros en la salud de los chilpancingueños, ya que la mayor parte de los recursos de estas dependencias se destina a sofocar los incendios, y en menor medida, a su prevención; pero de las consecuencias que provocan, nada.
De acuerdo con las respuestas a una serie de solicitudes de información presentadas ante las instituciones que teóricamente deberían atender el problema, no se encontró evidencia de una coordinación efectiva entre ellas ni documentos que prueben que en Chilpancingo hay prácticas sistemáticas y permanentes de medición de la calidad del aire, estrategias para enfrentar una situación de emergencia o programas para el mejoramiento de la calidad del aire.
Semaren, sin recursos
De acuerdo con la normatividad, es la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno del estado (Semaren) la dependencia encargada de realizar acciones que contribuyan a prevenir y controlar la contaminación atmosférica.
En su manual de organización, se establece que la Semaren tiene la atribución de “evaluar la calidad del ambiente y establecer, promover y coordinar el sistema estatal de información ambiental que deberá incluir los sistemas de monitoreo atmosférico, de suelos y de cuerpos de agua de jurisdicción estatal (…).”
Y es en el reglamento interior de esa institución donde se describen las funciones específicas que la Semaren debe cumplir, especialmente a través de su Dirección de Emisiones a la Atmósfera. Sin embargo, la mayor parte de estas funciones no se cumple o está en proceso.
Por ejemplo, la Semaren debe “participar y apoyar a los gobiernos municipales en la elaboración de los programas de calidad del aire y en la gestión del monitoreo ambiental”. Sin embargo, la dependencia comentó, como respuesta a un requerimiento de información, que no han realizado ninguna acción al respecto.
También reconoció que no tienen ninguna participación en el diseño, establecimiento y actualización de los programas de contingencias ambientales atmosféricas que debería realizar en coordinación con los municipios y la federación.
Otra de las acciones que tampoco efectúa la Semaren es la elaboración del inventario de emisiones a la atmósfera y el apoyo a las actividades estatales y municipales para el desarrollo de inventarios en esos niveles; de hecho, la dependencia argumentó que sólo cuentan con el inventario de 2009 y “no se ha actualizado en razón de no contar con presupuesto autorizado para este rubro.”
La dependencia informó que no ha establecido ni operado el Sistema Estatal de Monitoreo Atmosférico, ni elaborado el Programa de Contingencias Ambientales Atmosféricas en coordinación con Protección Civil del estado ni tampoco instrumentado y operado el registro de emisiones y transferencia de contaminantes. Todas éstas, funciones que aparecen en el reglamento interior de la Semaren.

Pocos monitoreos
La Semaren es la dependencia gubernamental responsable de establecer y coordinar los programas de monitoreo de la calidad del aire en el estado. Al respecto, en una de sus respuestas a solicitudes de información, reconoció que en Chilpancingo “se hacen monitoreos parciales en temporadas críticas en razón de no contar con las condiciones técnicas adecuadas de las unidades de monitoreo por falta de recurso para este programa.”
Agregó que la dependencia sólo cuenta con dos unidades móviles de monitoreo que se emplean sobre todo para “cubrir las zonas donde se registran mayor número de incendios forestales en la entidad” y en el resto del año, las unidades se utilizan “en función de los acuerdos a que se llegue con los presidentes municipales para instalar las unidades en sus municipios”
Respecto del monitoreo que se realiza en la capital, la dependencia informó que del periodo del 1 de enero al 30 de mayo de 2013, las dos unidades se utilizaron para el monitoreo de la calidad del aire en Chilpancingo, sin embargo, “una unidad [estuvo] monitoreando parcialmente en el vivero Forestal Vicente Guerrero y la otra parada por falta de mantenimiento.”
Adicionalmente, la Semaren comentó que “los días que fue posible monitorear fueron intermitentes en virtud de que en las instalaciones del vivero forestal Vicente Guerrero se presentan constantemente problemas de fallas de energía, y se corta el suministro eléctrico a los equipos”.
Asimismo, dio a conocer los resultados del monitoreo de sólo 14 días –todas correspondientes al mes de mayo de 2013-, aunque en otra de sus respuestas informó que únicamente se monitorearon ocho días de enero a mayo y “solo uno se encontró fuera de norma, lo que significa que no se presentaban las condiciones para hablar de una contingencia ambiental, no se activaron los protocolos para declarar una situación de riesgo, por lo que no hay declaraciones de prensa, ni audios, sino solamente las acciones que en materia de combate de incendios forestales se realizaron”.
Sin embargo, la percepción ciudadana respecto a la calidad del aire, es otra.
Nula coordinación 
Aun cuando la Dirección General de Medio Ambiente, Prevención y Contaminación del Agua de la Semaren dio a conocer que ante una situación de emergencia, son las “dependencias del sector (Semaren, Semarnat, Protección civil, Salud, Profepa) quienes determinan las acciones a realizar”, cuando se consultó a varias de ellas sobre los programas que tienen para prevenir y controlar los efectos de la contaminación atmosférica, éstas respondieron que este problema no era de su competencia.
A la Secretaría de Salud del gobierno del estado, por ejemplo, se le preguntó si cuentan con un programa que atendiera las consecuencias de la mala calidad del aire, qué área las atiende y cuántos recursos se le destinan. La secretaría respondió que “La información (…) no se encuentra en esta dependencia, pero le sugerimos que su solicitud sea enviada a las dependencias sugeridas (Procuraduría de protección ecológica del estado, Semaren y Subsecretaría de seguridad pública y protección civil).
Por su parte, la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil ante los mismos requerimientos respondió que “esta Secretaría no está en condiciones de proporcionarle los datos requeridos,  en razón de que es competencia de la Secretaría de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Estado (SEMAREN)”, y agregó que “La Subsecretaría de Protección Civil a través de la Dirección General de Atención a Desastres brinda el servicio de Combate de incendios forestales y urbanos que lleva a cabo en predios forestales, ejidos, en las instituciones educativas, comercios y viviendas particulares, como medida preventiva ante un posible daño a la salud de las personas”.
Respecto al ayuntamiento de Chilpancingo, en su respuesta a una solicitud de información sobre las acciones que la demarcación realiza en torno a esta problemática, la unidad de transparencia informó que solicitó la información a la Semaren “con quien mantenemos una efectiva vinculación de trabajo, apoyo, información y responsabilidades compartidas en este rubro”.
Es decir, el ayuntamiento de Chilpancingo no informó de ninguna acción y tampoco confirmó si cuenta con un área específica dentro de la estructura municipal; de hecho, la información entregada corresponde a un informe de la Semaren realizada en diciembre de 2011.
 ¿Se rebasan los niveles permisibles?
No obstante que la Semaren justificó que en ciudades grandes como el distrito federal “existen programas de contingencia ambiental, en Guerrero no se han instaurado, gracias a la situación geográfica de Guerrero, ya que el aire continuo las dispersa”.
En el mismo tenor, el ayuntamiento de Chilpancingo, haciendo eco de la información de la Semaren, afirmó que en la capital guerrerense “no se manejan niveles de contaminación como en otras grandes urbes del país, por lo que las acciones tomadas en casos emergentes son de tipo preventivo, donde su busca regular a los generadores de contaminación atmosféricos a la par de mantener una vigilancia de las condiciones de la calidad del aire”.
Sin embargo, desde la administración estatal anterior se reconoció el problema de la mala calidad del aire en la capital, ya que cada año aumentaban de manera considerable el número de partículas suspendidas en época de incendios.
Incluso ese fue el motivo principal por el que el gobierno de Zeferino Torreblanca decidió la adquisición e instalación de unidades móvil de monitoreo atmosférico en Acapulco y Chilpancingo, con la finalidad de tener un “diagnóstico exacto” sobre la calidad del aire en estas dos ciudades durante la temporada de incendios forestales.
Incluso la administración actual, para tener acceso a los recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), en dos ocasiones en 2013 solicitó ante el gobierno federal la declaratoria de emergencia a efecto de atender las afectaciones causadas por los incendios forestales.
El argumento del gobierno del estado para solicitar la declaratoria es “que se presentan afectaciones directas a la población guerrerense”, según el boletín del gobierno estatal. La misma fuente informó que “en las últimas 48 horas (10-12 de mayo) se ha incrementado la contaminación atmosférica, misma que rebasa el número de partículas de 25 micras que determina la Norma Oficial Mexicana (NOM) y que afecta directamente a las personas que padecen enfermedades respiratorias crónicas y a menores.
Ante el gobierno federal se presenta un escenario muy grave, pero  la población capitalina no cuenta con información precisa sobre la calidad del aire.
El problema
Cada año, entre los meses de enero y junio, se producen incendios forestales en más de 60 municipios de Guerrero. De acuerdo con estadística que presenta la enciclopedia guerrerense, los principales municipios con problemas de incendios son Chilpancingo, Coyuca de Benítez, Ayutla de los Libres, Atoyac de Álvarez, Petatlán, Acapulco, Atenango del Río, Zihuatanejo de Azueta, Coyuca de Catalán, San Luis Acatlán, Eduardo Neri, Tlacoachistlahuaca, Huamuxtitlán, Huitzuco, Tlapa, Mochitlán, Cocula, Ajuchitlán del Progreso, Atlixtac y Quechultenango.
Sobre sale de este grupo el municipio de Chilpancingo, que hasta el mes de mayo de 2013 se habían registrado 145 incendios forestales en todo el estado, y de éstos 54 correspondieron a Chilpancingo, con una superficie afectada de 4 mil 600 hectáreas.
Según información del gobierno del estado, 73 por ciento de los incendios en Guerrero, se ocasionan por la quema del Tlacolol.

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