martes, 24 de octubre de 2017

Participación y transparencia en la reconstrucción

Publicado en El Sur de Acapulco
A un mes de los fenómenos naturales de septiembre pasado que afectaron varios estados del país, la transparencia y rendición de cuentas se ha convertido en una de las mayores exigencias en la etapa de reconstrucción. “Demandamos transparencia en el uso de los recursos y reiteramos nuestro rechazo a ser reubicados”, dijeron en un comunicado los damnificados del Multifamiliar Tlalpan, situado al sur de Ciudad de México, como una expresión que resume una preocupación generalizada entre miles de mexicanos.
Sin duda, detrás de esta demanda hay una gran desconfianza hacia las autoridades gubernamentales, un exhorto para que los servidores públicos que tienen a su cargo la gestión pública realicen con eficacia su trabajo y un llamado de atención para incorporar la voz, las propuestas y las opiniones ciudadanas en las políticas públicas y en la toma de decisiones.
Los gobiernos de los tres órdenes, legisladores o representantes de partidos políticos han hecho suya esta exigencia y la manejan hábilmente en sus discursos, pero hasta hoy escasamente han atendido de manera efectiva las voces de la sociedad civil organizada y no organizada que proponen como condición para el ejercicio de los recursos públicos y otras aportaciones que éstos se gasten en quienes más los necesitan y especialmente que se difundan ampliamente para que no existan dudas sobre su ejercicio justo, equitativo y transparente.
Hasta hoy no hay respuestas concretas a esta demanda ni en Guerrero, ni en otros estados ni en el gobierno de Enrique Peña Nieto; tal vez la apuesta sea a que disminuya la efervescencia para después no hacer nada.
La sociedad civil por su parte, ha expresado de manera constante y sólida su preocupación por esta problemática y ha emitido diferentes propuestas, algunas desarticuladas y como reacción inmediata a la desconfianza gubernamental, pero otras muy coherentes, factibles, razonables encabezadas por organizaciones especializadas en el tema de la transparencia y la rendición de cuentas, sin que se hayan tomado en cuenta hasta hoy.
La gran desconfianza que existe hacia la mayoría de las instituciones públicas se ha reforzado con los datos que ya salieron en medios de comunicación acerca de la ineficiencia y las actividades poco claras de varias entidades gubernamentales.
En el programa En Punto del 18 de octubre, la periodista Denise Maerker difundió las irregularidades de los monederos electrónicos (tarjetas) del Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi) entregadas a damnificados porque no tenían fondos, y aunque desde la Secretaría de Hacienda trataron de explicar el motivo, lo cierto es que queda la sensación por lo menos de una gran ineficiencia y descoordinación gubernamentales.
Por cierto, este problema de las tarjetas sin fondos ya ameritó la intervención de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. “(…) la CNDH solicitará a la Sedesol y a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) información sobre las presuntas irregularidades que se han denunciado respecto de los apoyos de reconstrucción que el Gobierno Federal ha entregado mediante tarjetas de monedero electrónico, en particular por lo que hace a la supuesta falta de fondos de dichas tarjetas, así como a la falta de claridad sobre las reglas para la elaboración del censo de beneficiarios y los criterios para la clasificación del tipo de apoyo que correspondería a los mismos”. (Comunicado de prensa DGC/346/17)
Animal Político (20 de octubre) también difundió la denuncia de los pobladores de Álvaro Obregón, una comunidad del municipio de Juchitán, Oaxaca, la mayoría de los cuales no fueron incluidos en el censo de damnificados para la obtención de financiamiento para la reconstrucción; el motivo: no son simpatizantes de la presidenta municipal debido a que meses antes crearon su policía comunitaria y un cabildo comunitario para la defensa de sus intereses.
Los riesgos de la corrupción siguen vigentes. La presión ciudadana todavía no ha sido suficiente para obligar a las instituciones del Estado a generar mecanismos de transparencia y de participación ciudadana, pues la reconstrucción requiere de estos componentes para tratar de dar legitimidad a los procesos.

Las posiciones
El Foro Nacional de la Zona Centro Transparencia, pilar fundamental de la reconstrucción, realizado en Taxco el 20 de octubre, permitió conocer las posiciones que tienen diferentes actores en los ámbitos nacional y local.
La nota fue la ausencia del gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores a este acto –no obstante que estaba agendado para dar una conferencia magistral–, al que asistieron 19 comisionados de órganos garantes estatales de la región centro del país, y tres del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (Inai), incluyendo a su presidente Francisco Acuña.
Por cierto, salvo en el acto de presentación del programa de ética, transparencia y combate a la corrupción del 4 de abril de 2016 en Acapulco, y en algunas de las reuniones de su comité rector, no se le ha visto al gobernador en actos relacionados con la transparencia y la rendición de cuentas. Es el caso, por ejemplo, de actividades relevantes como el Foro Especial de Transparencia Guerrero con Gobierno Abierto y Transparente, programado para acopiar propuestas que permitieran elaborar el Plan Estatal de Desarrollo de su administración (28 de enero de 2016); o el Foro sobre el sistema estatal anticorrupción que promovió el comité ciudadano del programa de ética, transparencia y combate a la corrupción (7 de julio de 2017); o las diferentes jornadas de sensibilización sobre gobierno abierto organizadas por el Instituto de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales del estado (Itaigro) en coordinación con el Inai y con algunas organizaciones de la sociedad civil.
El secretario de la Contraloría y Transparencia Gubernamental, Mario Ramos del Carmen, representante del mandatario estatal en el foro del 20 de octubre, no satisfizo las expectativas, pues se esperaba una posición firme y clara del gobierno del estado respecto de la transparencia de los apoyos federales destinados a los damnificados y de los recursos que ha invertido el gobierno de Guerrero para esta tarea. Pero lo que escuchamos fue el discurso repetitivo de que el gobierno de Astudillo Flores cumplió con la obligación constitucional de homologar las leyes para crear el sistema estatal anticorrupción. Y también repitió la fórmula del notario como sinónimo de transparencia: “se tomó la decisión de entregar los apoyos a la población de Guerrero que sufrió daños por los fenómenos naturales en presencia de notario público para certificar que la autoridad esté cumpliendo con la reconstrucción”.

Los órganos garantes
Representantes de los institutos de transparencia de la región centro del país coincidieron en tres ideas, aunque con diferentes matices: la gran desconfianza ciudadana hacia sus autoridades gubernamentales; la insoslayable necesidad de transparentar el ejercicio de los recursos durante la reconstrucción; y la deseable participación ciudadana en la toma de decisiones.
Sin embargo, salvo dos órganos garantes que reaccionaron a la emergencia con programas relacionados con las afectaciones de los fenómenos naturales, la mayoría no realizó y tampoco tiene programadas acciones sobre este tema en el corto plazo. En gran medida, esta inacción de los institutos de transparencia de la región que más resintió los estragos de los sismos, se explica por la falta de recursos suficientes, un tema que ante el incremento de facultades y atribuciones que les heredó la Ley General de Transparencia, los tiene inmovilizados y a punto de la quiebra.
El comisionado del órgano garante en el Estado de México, José Guadalupe Luna Hernández, fue crítico sobre esta tibia reacción: los institutos de transparencia son agentes del Estado que deben asumir una responsabilidad en situaciones como las de septiembre pasado, por lo menos de colaboración con las unidades de protección civil. Como responsables de garantizar el acceso a la información, los institutos “estamos llamados a montar guardia permanente cada vez que un desastre de esta magnitud se presenta para generar eso que hizo la sociedad en ausencia de nosotros: los mapas de siniestros, la focalización de puntos de encuentro para voluntarios, la localización de centros de acopio, la difusión de los requerimientos en tiempo real, las listas de personas desaparecidas y fallecidas…”
Hacer esto, agregó el comisionado mexiquense, les permitiría a los órganos garantes saltar de un estado de confort en que se encuentran actualmente a “darle una mayor utilidad social a nuestra función para reestablecer el vínculo con la sociedad”.
Sin duda, una saludable crítica a los institutos de transparencia estatales frente a la burocratización que ya acusan muchos. Al final del foro no hubo acuerdos específicos que dieran una perspectiva diferente a las actividades de los órganos garantes.

martes, 10 de octubre de 2017

¿Transparencia en los recursos para desastres?

Publicado en El Sur de Acapulco
Chuchita sí la han bolseado, y mucho. En días pasados el gobernador Héctor Astudillo Flores dijo coloquialmente que los apoyos destinados a los damnificados de los sismos del 7 y 19 de septiembre y del huracán Max se entregarían ante la presencia de un notario público, para que “al rato no andemos diciendo que a chuchita la bolsearon”. Pero hace falta mucho más que el aval de un notario para hacer transparentes los recursos, ya que la transparencia requiere de mecanismos que involucren la participación ciudadana y especialmente que todas las acciones, apoyos, recursos y hasta los nombres de los beneficiarios, se publiquen abiertamente y con detalle por todos los medios posibles. Esto no ha sucedido.
Las declaraciones del mandatario estatal sobre la transparencia de los recursos no son fortuitas, se dieron en un marco en el que la ciudadanía de todo el país está preocupada en la manera en que se entrega y distribuye la ayuda urgente, en cómo se operará la reconstrucción, y especialmente en la transparencia de estos procesos, es decir, en cómo se ejercerán los recursos públicos y las aportaciones no gubernamentales.
No es infundada la desconfianza de la sociedad. Históricamente el ejercicio de recursos para hacer frente a los desastres naturales ha sido un tema oscuro porque nunca se han entregado cuentas claras; especialmente a la ayuda que proviene de la sociedad civil y de organismos nacionales e internacionales nadie le sigue la pista y ni siquiera hay cuantificaciones formales porque no son recursos públicos y no aparecen en las cuentas públicas, contabilidades gubernamentales ni registros oficiales; hay un amplio margen para hacer un manejo discrecional del ellos.
De acuerdo con una nota de prensa (El Sur, 4 de octubre), durante una gira por el municipio de Huitzuco, Astudillo Flores manifestó que el gobierno del estado ha recibido ‘“una gran cantidad de apoyo de personas solidarias’ y que publicaría una lista de todos los que han enviado apoyos”.
Pero a esta fecha no hay información sobre cuántos recursos provienen del Fondo Nacional de Desastres (Fonden), cuánto del apoyo externo o si ha habido ajustes a los programas sociales estatales; los datos vertidos no son suficientes y el gobierno no tiene ningún sitio que permita corroborar de dónde proviene la ayuda, su cuantificación precisa, los criterios para seleccionar a los beneficiarios y los nombres de quién recibe los apoyos. Es evidente que el acompañamiento de un notario no es muy útil a la transparencia.

Amargas experiencias en Guerrero
Hay dos casos vergonzosos de opacidad en la información sobre desastres en Guerrero. El primero se relaciona con los recursos que supuestamente se invirtieron en el denominado Plan Nuevo Guerrero; el segundo, con la retención de despensas en el DIF estatal por el gobierno de Ángel Aguirre Rivero.
Honestamente quienes nos dedicamos a rastrear la ruta del dinero público no tuvimos la capacidad de dar seguimiento a los 40 mil millones que dice el gobierno federal invirtió en el estado como parte del Plan Nuevo Guerrero en 2014 y 2015. Pero el gobierno tampoco hizo el mínimo esfuerzo por transparentarlo, como fue el compromiso del presidente Enrique Peña Nieto cuando anunció la puesta en marcha del Plan.
En efecto, el 7 de noviembre de 2013, el presidente de la república anunció que ante la magnitud del desastre provocado por los huracanes Ingrid y Manuel, la Cámara de Diputados respaldaría a Guerrero con recursos del Fondo Nacional de Desastres (Fonden) por 7 mil millones de pesos, pero que adicionalmente el gobierno de la república, a través de diferentes mecanismos financieros, ampliaría el monto de inversión y éste llegaría a 30 mil millones en 2014.
En esa ocasión, dijo el presidente: “Para que esta ayuda rinda frutos y llegue efectivamente a quienes más lo necesitan, son imperativas la transparencia y la participación social”. También el entonces secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso, afirmó que el Plan Nuevo Guerrero representaba una “oportunidad de ejercer los recursos de manera ejemplar, con la participación de la ciudadanía y con absoluta transparencia”.
El gobierno federal inició el Plan teniendo el control total de los recursos (ante el descontento de empresarios locales y el gobierno estatal). Sin que le faltara razón, la administración de Peña Nieto desconfiaba del gobierno del estado, que seguramente hubiera depredado los recursos destinados a la reconstrucción del estado. Pero la federación, con su falta de transparencia, no dio señales de hacer las cosas de manera diferente.
Aunque es posible encontrar información sobre el Plan Nuevo Guerrero en el portal Transparencia Presupuestaria de la Secretaría de Hacienda, no son datos estratégicos que permitan dar un seguimiento puntual a las obras y acciones.
En el cumplimiento del derecho de acceso a la información no fue mejor. En ese entonces presentamos un paquete de solicitudes en varias dependencias federales (Sedatu, Inifed, SCT, Secretaría de Economía) para solicitar expedientes técnicos, nombres de beneficiarios, empresas constructoras, entre otros, pero dichas entidades públicas escondieron y retrasaron los datos o sus respuestas fueron muy parciales y en algunos casos las declararon parcialmente confidenciales.
Los damnificados de Ingrid y Manuel fueron los grandes perdedores porque no hubo forma de dar seguimiento a cerca de 40 mil millones de pesos, que según el gobierno federal se invirtieron en este plan, pues los mecanismos de transparencia del programa fueron muy limitados o inexistentes, no obstante el compromiso presidencial.
El segundo caso se refiere al hallazgo de varias toneladas de despensas no entregadas a los damnificados por el paso de los huracanes Ingrid y Manuel, en bodegas del gobierno del estado en febrero de 2014, es decir, estando Ángel Aguirre Rivero como mandatario del estado. Los productos almacenados se localizaron en una de las sedes del DIF estatal, muchos de ellos ya inservibles y caducos, de acuerdo con las crónicas de los reporteros que visitaron el lugar.
La reportera Flor Miranda escribió que “En el lugar hay comida enlatada, granos como arroz, frijol, garbanzo, lenteja, haba, entre otros, así como leche (en su mayoría ya caduca), jugos, agua embotellada, ropa para adultos pero más para niños, cobertores, cobijas, juguetes. También se observaron latas de leche infantil y para bebés, pañales y muchas otras cosas más (…) En el almacén que trabajadores de la dependencia trataron de cubrir con lonas, es posible apreciar una cantidad impresionante de apoyo que la ciudadanía donó y el gobierno no entregó. Ahí las ratas son las afortunadas pues poco a poco han ido comiendo lo que iría dirigido a los damnificados”. (Los Ángeles Press, 13 de febrero de 2014).
Paradójicamente la respuesta del gobierno del estado fue la presentación de una denuncia penal en contra del líder de la Asamblea Popular de los Pueblos de Guerrero, Nicolás Chávez Adame, quien junto con damnificados dio a conocer públicamente el desperdicio; también, el envío de policías para seguir a los reporteros que cubrían la noticia, así como el rápido desmantelamiento de las instalaciones donde se encontraron los productos.
El escándalo tuvo repercusión nacional y obligó al ex gobernador Ángel Aguirre a declarar que se fincaría responsabilidad y se aplicaría la ley en contra de los responsables por la acumulación de las despensas. Agregó que la ex Contraloría General del Estado investigaba el caso y deslindaría responsabilidades por los hechos. Pero todavía a esta fecha, ninguno de los tres mandatarios que desde entonces han gobernado Guerrero ha dado a conocer el resultado de las investigaciones ni se han fincado responsabilidades. Todo quedará en la impunidad.

No hay dinero
Las personas afectadas por los siniestros de septiembre de 2017 tienen muchas expectativas respecto a los apoyos que pueden recibir de sus gobiernos; es normal, pues es el Estado el que debe garantizar el bienestar de la población. El problema grave es que no hay dinero, pues descontando los recursos del Fonden empleados para atender algunos de los requerimientos urgentes (víveres, colchonetas, material de curación, agua, cobertores), los recursos para la reconstrucción son escasísimos.
Los diferentes desastres tomaron por sorpresa al gobierno y federal y a los estatales afectados. Con los recortes al gasto público que se aplicaron este año -por la baja de los ingresos petroleros, principalmente-, es muy reducido el margen de maniobra que se tiene, especialmente para los gobiernos de estados, que en 2017 también vieron recortado su presupuesto. Por ello, en una de las entidades afectadas, Oaxaca, el gobierno requirió la contratación de un crédito por mil 200 millones de pesos para hacer frente a los compromisos con los damnificados, ante la falta de recursos del ejercicio fiscal regular.
El estado de Guerrero requerirá en el corto y mediano plazo atender, sólo en materia de vivienda, a 14 mil viviendas que resultaron afectadas, 11 mil por el sismo y el resto por el huracán Max; 2 mil 500 de éstas necesitan reconstrucción total. Si bien el gobernador en sus giras por el interior del estado anuncia que el gobierno federal se encargará de la reconstrucción, no se descarta que el gobierno de Guerrero recurra también a un préstamo para atender a los afectados tanto por los sismos como por el huracán Max. Tan sólo en materia de vivienda, considerando los parámetros de ayuda en Oaxaca y Chiapas, se requerirían en Guerrero 300 millones de pesos (para reconstruir 2 mil 500 viviendas) y 172 millones más para reparar viviendas con daños parciales. Esto sin contar escuelas, hospitales, carreteras, monumentos históricos, etc.

Exigencia de transparencia
Raymundo Rivapalacio, en su artículo 19S: el hartazgo (El Sur, 3 de octubre de 2017) afirma que “las nuevas organizaciones sociales que están surgiendo estos días tienen como eje la transparencia. Les preocupa la opacidad y les interesa que todo lo que hagan quede registrado en forma pública para que se realice la rendición de cuentas sin restricción alguna.”
A diferencia del desastre de 1985, la sociedad se está organizando alrededor de actividades que rebasan la solidaridad inmediata y la reconstrucción física de los inmuebles. Hay una exigencia de transparencia y rendición de cuentas que está siendo retomada por organizaciones especializadas en información financiera y en la vigilancia ciudadana del ejercicio de los recursos. Esa es una notable diferencia respecto de lo que sucedió hace 32 años.
El propio gobierno federal tomó la iniciativa y abrió el sitio Fuerza México, una plataforma que busca ser “un ejercicio de rendición de cuentas para dar seguimiento a los recursos destinados a la atención de los daños”. Aunque los alcances son todavía limitados, ya comienza a fluir información importante para el seguimiento.
Pero tal vez el mayor problema del gobierno es la falta de confianza, y al respecto un grupo de 30 organizaciones sociales, empresariales y académicas crearon la plataforma #Epicentro a efecto de dar seguimiento al origen y uso de los recursos destinados a la reconstrucción después de los sismos del 7 y 19 de septiembre.
De acuerdo con la información de Animal Político (3 de octubre de 2017), #Epicentro tiene tres ejes de acción. El primero se relaciona con el “seguimiento del origen y uso de los recursos destinados a la reconstrucción. Para ello se integrará la información sobre los fondos en una sola plataforma para dar seguimiento al ejercicio de los recursos”.
El segundo eje establece que “la reconstrucción debe ser con perspectiva social y de derechos humanos, género, infancia y juventud. Se deben incorporar las prioridades y necesidades de las distintas comunidades”. Finalmente, la tercera acción es relativa a las “responsabilidades y reparación del daño. A través de esta plataforma se buscará que se identifiquen, investiguen y sancionen los actos de corrupción y se garantice la reparación del daño”.
En Guerrero es urgente generar confianza en estos momentos en que el estado fue severamente golpeado por los fenómenos naturales. La población está dolida no sólo por los desastres, sino porque percibe que hay problemas de desvíos y corrupción en el manejo los apoyos, y un primer paso es informar con detalle de las acciones que realiza su gobierno. Es necesario invertir para ganarse la confianza de los guerrerenses.
  1. Agradezco mucho a los Clubes Unidos Guerrerenses del Medio Oeste, con sede en Chicago, Illinois, por la distinción que me hicieron al entregarme la presea Sentimiento Migrante en su edición 2017. Es grato recibir este reconocimiento de una organización propositiva, honesta, que desde Estados Unidos busca contribuir al bienestar de la población de sus comunidades de origen.