martes, 12 de abril de 2016

El programa de transparencia de HAF: del relumbrón a la duda

El Sur de Acapulco
En un acto que logró reunir a personajes como la presidenta consejera del INAI, el auditor superior de la federación y el secretario de la Función Pública del gobierno de la república, el gobernador Héctor Astudillo presentó su programa de ética, transparencia y combate a la corrupción, la semana anterior. Después de posponerlo hasta en dos ocasiones -seguramente por hacer coincidir las agendas de los funcionarios-, el evento sin duda tuvo el lustre esperado y su difusión fue con grandes titulares, pero una vez que pasó el revuelo, es momento de colocarlo en una más justa dimensión.
Los pros
Después de cinco meses, finalmente se conocen las líneas generales de la política que implementará el gobierno de Héctor Astudillo en materia de transparencia, ética y combate a la corrupción. Efectivamente, se delinea una política con más componentes que en gobiernos anteriores y que augura importantes cambios, por lo menos en el ámbito legislativo; habrá que esperar para saber si el mandatario es capaz de convocar y provocar los cambios correspondientes también en la práctica, a efecto de que las leyes que vienen se legislen a tiempo y no sean letra muerta.
El origen de esta política estatal no es el Ejecutivo del estado, sino que es más propio decir que se deriva de la inercia de un proceso que está avanzando en el plano nacional, ya que en los meses pasados hubo modificaciones constitucionales en los temas de transparencia y el combate a la corrupción y será obligatorio para todas las entidades del país generar su propio sistema estatal anticorrupción e incorporarse al sistema nacional de transparencia.
Tal vez el mérito es que Guerrero las anunció antes que otros estados; de hecho, eso fue lo que ponderaron los visitantes de dependencias federales y nacionales. Pero anunciarlas ha provocado un gran compromiso del Ejecutivo que muy probablemente no alcance a concretarse en el corto plazo y que además presentará todo tipo de resistencias.
La tarea es grande, pues en puerta están no sólo la armonización de las leyes de transparencia, de fiscalización, de los servidores públicos y todas aquellas relacionadas con la creación de los sistemas estatal de combate a la corrupción y nacional de transparencia, sino también una gran cantidad de cambios en procedimientos y reglamentos administrativos, la creación de nuevas áreas especializadas, capacitación de personal, etc., que hagan posibles las reformas.
En este inter, lo realmente preocupante será doblegar las actitudes de opacidad, patrimonialistas, abusivas, oportunistas y de corrupción que en gran escala o a nivel “hormiga” subsisten por todo el gobierno, lo mismo a nivel de base  que de quienes toman las decisiones en el estado; ese es el gran reto a vencer.
En el acto de presentación del programa todo fue reconocimientos y discursos políticamente correctos, pero para “aterrizar” todo lo que contiene su programa tal vez ni los seis años del gobierno de Héctor Astudillo serán suficientes, considerando que la clase política que tiene las riendas en el estado es dura de roer y de que se trata de un problema estructural y de cultura política.
Hay que matizar, pues los estruendos del 4 de abril.
Qué anunciaron
El programa de ética, transparencia y combate a la corrupción tiene cinco ejes: instaurar el sistema estatal anticorrupción, instrumentar las reformas necesarias en materia de transparencia, reordenar la administración de las finanzas públicas, fortalecer el control interno, y transparentar las adquisiciones y la obra pública.
Para el establecimiento del sistema estatal anticorrupción hay por delante una titánica tarea legislativa, pues es necesario homologar la legislación local con la federal en los temas de rendición de cuentas y responsabilidad de los servidores públicos. Cabe recordar que en febrero de 2015 se reformaron los artículos 22, 28, 41, 73, 74, 76, 79, 104, 109, 113, 114, 116 y 122 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y la denominación del Título Cuarto de la ley fundamental a “De las Responsabilidades de los Servidores Públicos, Particulares Vinculados con faltas administrativas graves o hechos de Corrupción, y Patrimonial del Estado”. Las leyes de Guerrero deberán estar acordes con estas reformas y en el Congreso del estado no hay visos de que trabajen en esto.
Respecto de la instrumentación de “las reformas necesarias en materia de transparencia”, el gobernador firmó una iniciativa de ley de transparencia y acceso a la información del estado, que suponemos contiene los temas necesarios para estar a tono con la ley general de transparencia. Es contradictorio que una iniciativa como ésta no se dé a conocer públicamente y se maneje en secreto, es un documento que debería circular profusamente para que la gente lo conozca y opine.
Para concretar todas estas reformas se requiere un Congreso muy activo. Parto de que en Guerrero no lo tenemos porque los diputados locales apenas se están alistando para homologar 40 leyes estatales con las disposiciones de la reformada constitución del estado, y según el artículo tercero, transitorio, tienen como plazo el 11 de junio de 2016. Aun cuando los diputados ya decretaron ampliarse el plazo hasta el 15 de marzo de 2017, todo este trabajo se junta ahora con la armonización que deben hacer de las leyes locales para crear el sistema estatal anticorrupción y la incorporación al sistema nacional de transparencia. El trabajo legislativo será un importante cuello de botella en donde seguramente se atorarán las reformas. Por lo pronto, tienen hasta el 4 de mayo para revisar, discutir y aprobar la ley de transparencia del estado.
Otros de los temas que corresponde operar al Ejecutivo del estado son el “reordenamiento de la administración de las finanzas públicas”, el fortalecimiento del control interno y la transparencia de las adquisiciones y la obra pública.
Efectivamente, son puntos nodales de la gestión pública que requieren intervención inmediata. Pero lo más importante es que el gobierno de Héctor Astudillo explique públicamente de qué manera se operarán estos compromisos -que en el acto de presentación del programa sólo enunció-, y cuál será la intervención de la ciudadanía. Si este proceso de cambios no se abre a la ciudadanía, y en cambio, solicitan nuevamente dejarles las manos libres y confiar en el gobierno, realmente no habrá cambiado nada.
Hay dos asuntos que vale la pena destacar. El primero es la convocatoria que hizo el gobernador a “los diputados locales, los magistrados, los presidentes y funcionarios municipales y a todos los ciudadanos y ciudadanas que manejan recursos públicos” para que se sumen y pongan en práctica medidas y acciones de transparencia y rendición de cuentas.
El llamado es pertinente especialmente por la opacidad que muestran prácticamente todos las dependencias públicas del estado, pero hubiese sido muy meritorio que el gobernador encabezara una gran cruzada, con un buen programa de por medio, para abatir los rezagos que se presentan en esta materia. A la convocatoria que lanzó en su discurso, pocos se sumarán.
El segundo asunto destacable es el anuncio que hizo el secretario de Contraloría y Transparencia Gubernamental para “garantizar la operatividad” del programa de ética, transparencia y combate a la corrupción, mediante la creación de dos comités: uno, “rector”, integrado por funcionarios públicos; y otro “consultivo”, en el que participarán “representantes de la sociedad organizada, empresarios, contralorías ciudadanas y medios de comunicación”. Las funciones del comité consultivo apenas se enunciaron: supervisarán el programa y propondrán medidas innovadoras para fortalecerlo.
La definición de las funciones que realizará el comité consultivo, las personas que lo integrarán y especialmente el nivel de autonomía que adquiera respecto del gobierno, serán claves para saber si el comité tendrá una función social importante y si su trabajo tendrá impactos reales en la transparencia y la rendición de cuentas. Si este comité es sólo decorativo, podemos entonces calificar todo el programa de ser una simulación.
Código de ética
En el acto de presentación de programa de ética, transparencia y combate a la corrupción también se anunció la firma de un código de ética que deberán seguir los servidores públicos del estado. ¿Qué puede esperarse de este documento?, ¿realmente inhibirá las actos de corrupción?, ¿propiciará la confianza de la ciudadanía?
Es muy difícil y tal vez ingenuo pensar en modificar la conducta de los funcionarios públicos, si sólo se hace a través de un llamado como éste, aun cuando sea respaldado con toda la fuerza y disposición que puede tener un jefe del Ejecutivo local, pues tales “exhortos” no bajan de manera automática, ya que hay una gran cantidad de intereses en juego en los diferentes niveles de la estructura gubernamental.
Existen códigos de ética por lo menos desde el gobierno de Zeferino Torreblanca Galindo, por ejemplo, el 2 de mayo de 2008 se publicó el acuerdo por el que se emite el código de ética profesional para los servidores públicos adscritos a la Secretaría de Finanzas y Administración. En el propio gobierno de Torreblanca Galindo, el 27 de agosto de 2010 se publicó el acuerdo por el que se establece el código de ética, al que deberán sujetarse los servidores públicos del gobierno del estado de Guerrero.
En la siguiente administración, el 27 de enero de 2012, Ángel Aguirre Rivero también emitió su propio acuerdo por el que se establece el código de ética, al que deberán sujetarse los servidores públicos de la administración pública centralizada y paraestatal del estado de Guerrero; después, cada secretaría emitió su propio código de conducta basado en el acuerdo emitido por el gobernador.
Pero en ambos gobiernos, al parecer de nada sirvió la suscripción de códigos de ética y conducta, pues en la percepción ciudadana continuó el estigma de la corrupción, e incluso en el de Aguirre Rivero fueron procesados funcionarios del primer círculo del mandatario por el desvío de recursos públicos. Entonces, ¿para qué un código de ética?
El código que firmó el gobernador Astudillo Flores reconoce “que en los últimos años la entidad se ha visto afectada por actos de corrupción que han mermado la confianza de los ciudadanos en las autoridades, por lo que estoy determinado a no permitir que se cometa ningún abuso de poder, ocurran desfalcos al erario público ni existan privilegios al margen de la Ley”.
Y en seguida agrega “que la única manera de contrarrestar el efecto nocivo que provoca la desconfianza ciudadana sobre la gobernabilidad es que todos los servidores públicos se conduzcan con respeto, pulcritud, transparencia, igualdad, equidad y honestidad en el manejo de los asuntos públicos, en el entendido de que la integridad de los servidores públicos ayudará a restaurar la confianza ciudadana en las instituciones”.
En realidad, no se aprecian cambios sustanciales respecto de los códigos de gobiernos anteriores. Por ejemplo, se deja la aplicación, interpretación, difusión y evaluación del cumplimiento del código a la hoy Secretaría de Contraloría y Transparencia Gubernamental; y en caso de incumplimiento, se aplicará lo previsto por la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos del Estado de Guerrero.
No contiene temas importantes sobre cómo hacer operativo este documento, ni se formularon indicadores de cumplimiento, ni tampoco es inclusivo con la vigilancia ciudadana.
Las diferencias que sí se observan en el código de ética de Héctor Astudillo son pocas. Una de ellas es que todos los funcionarios presenten sus declaraciones fiscal y de intereses, aunque no se plantea con la fuerza con la que sí se comprometió en campaña. El artículo 10 del mencionado código propone que “el servidor público, en la medida que lo requiera su cargo y sujeto a las leyes en la materia, declarará sus intereses económicos, comerciales o financieros, o sus actividades con ánimo de lucro que puedan plantear un posible conflicto de interés”.
Mientras que el artículo 13 expresa que “en consonancia con su cargo, y conforme a la Ley correspondiente, cumplir con el requisito de declarar o revelar sus activos y pasivos personales, así como, de ser posible, los de sus cónyuges u otros familiares a cargo. De la misma manera, presentará anualmente su declaración de impuestos”.
No dice nada sobre la publicación de estas declaraciones (que desde 2015 son una demanda ciudadana a nivel nacional y que son más conocidas como 3de3); si la ciudadanía no conoce estos documentos de los funcionarios guerrerenses, el único punto atractivo que tiene este código de ética será automáticamente anulado.



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