martes, 28 de agosto de 2018

Lamentable desempeño del Congreso en legislación de transparencia

Marcos Méndez Lara
El Sur, Periódico de Guerrero
Con qué adjetivo pasarán a la historia los diputados y diputadas de la LXI Legislatura del Congreso del estado de Guerrero? ¿Fueron contrapeso o comparsa de los otros poderes? ¿Especialmente con el Ejecutivo cómo fue su desempeño?
En los dos últimos meses de la Legislatura, los diputados trabajaron a marchas forzadas, tal vez como nunca en todo el trienio (2015-2018), pero con una carga de cuestionamientos y dudas, que muy probablemente marcarán sus trayectorias. Su desempeño legislativo en materia de transparencia y rendición de cuentas es ilustrativo.
Habían tenido un mediano desempeño cuando aprobaron las leyes de transparencia (mayo de 2016) y las que permitirán la construcción del sistema estatal anticorrupción (julio de 2017), todas en tiempo y con la ausencia de cuestionamientos significativos en su forma. La conducción de este proceso por parte del gobernador Héctor Astudillo Flores, hay que decirlo, fue clave para que fuera aceptable, pues difícilmente el Congreso, por sí solo, lo hubiese logrado, como se desprende de las experiencias anteriores, en donde Guerrero estaba siempre a la zaga en materia normativa relativa a la transparencia y la rendición de cuentas.
Pero algo sucedió después de las elecciones del 1 de julio, una suerte de pánico, que llevó a los Congresos de varios estados, no sólo al de Guerrero, a improvisar una serie de acciones, cuyas motivaciones al fin de cuentas son explicables: un partido diferente del del gobernador sería mayoría en la LXII Legislatura del Congreso del estado; y por si fuera poco, un candidato, también proveniente de un partido distinto, llegaría a la presidencia de la república, sin contar que habría una Cámara de Diputados y un Senado en las mismas condiciones.
Todo ello propició una campaña orquestada para “blindar” a gobernadores, tal vez pensando que habría revanchas políticas o un endurecimiento de los sistemas de control y fiscalización para ellos.
La citada campaña orquestada -no podría definirse con otro adjetivo, después de que “coincidentemente” varios Congresos hicieron lo mismo- consistió en aprobar todo lo que fuera útil al blindaje, y los diputados de las entidades, disciplinados la mayoría, aprobaron temas que van desde el nombramiento de fiscales anticorrupción “carnales” hasta la entrega de facultades al Ejecutivo estatal para vetar leyes aprobadas por el Legislativo. En estos procesos locales, llama la atención que participaron como comparsas diputados de distintos partidos, y la pregunta de botepronto no puede ser otra que ¿a cambio de qué? En un régimen donde imperase la obligación de rendir cuentas, todos los diputados aliados a esas causas tendrían que explicar a sus electores el sentido de su voto; pero se irán sin justificar nada.
En Guerrero, aun cuando los legisladores digan que simplemente hicieron ejercicio de sus facultades y que no renunciarían a ellas, como declaró Héctor Vicario Castrejón cada que lo cuestionaban sobre las prisas por legislar, la intención de blindar al Ejecutivo no se puede ocultar. Éstas son algunas muestras de lo que aprobaron de manera apresurada y en no pocas ocasiones pasando por alto procedimientos que los colocan en una posición muy cuestionada.
Procesos dudosos y opacos
En el caso de los temas de transparencia, los procedimientos legislativos de los diputados guerrerenses se hicieron paradójicamente en la oscuridad o de manera simulada. Los términos de las convocatorias expedidas por ellos, por ejemplo, no se cumplieron, o las sesiones donde aprobaron normas se realizaron fast track, sin suficiente discusión y análisis, predominando la prisa sobre la reflexión.
Así fueron los casos -comenzando por el más reciente- de las designaciones de la comisión de selección del Comité de Participación Ciudadana del sistema estatal anticorrupción, del consejo consultivo del Instituto de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Itaigro), del nombramiento del fiscal especializado anticorrupción, de la aprobación de la cuenta pública del gobierno del estado y de las reformas a la Ley de Fiscalización y rendición de cuentas del estado.
La mayor parte de los temas mencionados son parte de la construcción de los sistemas nacionales de transparencia y del sistema estatal anticorrupción, cuyos órganos y designaciones fueron concretados en el ámbito nacional mediante procesos abiertos, transparentes, con amplia participación de la sociedad. No sucedió lo mismo en Guerrero.
Cuarenta días intensos
La manera en que actuó el Congreso de Guerrero del estado no es nueva. Ya nos había enseñado el cobre cuando en febrero de 2018 designaron a los comisionados del Itaigro en un proceso apresurado, opaco y en el que nunca hubo evidencia de una elección con base en la experiencia y especialización en la materia. Fue una decisión que ni siquiera se tomó en el órgano legislativo y que fue impuesta desde fuera (ver Monitor de Guerrero del 13 de febrero).
El 27 de julio, el pleno del Congreso local aprobó una serie de reformas en materia de fiscalización para otorgar más autonomía a la Auditoría Superior del Estado (ASE). De manera resumida, los cambios apuntan a que el auditor Superior del Estado tendrá la posibilidad de repetir en el cargo un periodo y se le dota además de atribuciones para designar a los cuatro auditores especiales y determinar cuánto tiempo estarán en el cargo. Otro de los temas aprobados es la exoneración que tendrán los auditores de ser juzgados por responsabilidad política y esto se traduce en que el Congreso del estado ya no podrá destituirlos y toda la responsabilidad recaerá en quien esté al frente del órgano fiscalizador.
Antes de esta reforma el auditor superior era nombrado por las dos terceras partes del Congreso del estado por un periodo de sólo siete años, pero ahora podrá ser reelecto por un periodo más. Por su parte, los auditores especiales eran propuestos por la Junta de Coordinación Política y elegidos por el pleno, también con el voto de dos terceras partes y por un periodo de cuatro años, con la posibilidad de ser reelectos por un periodo adicional.
Cabe recordar que hace poco más de un año hubo un periodo intensivo de trabajo para confeccionar las leyes o los cambios a las normas -incluyendo la Ley 468 de fiscalización superior- que requería el sistema estatal anticorrupción, en el que participaron varias instituciones autónomas y del Ejecutivo. El resultado de este trabajo se presentó ante el Congreso para su aprobación, es decir, los diputados tuvieron en sus manos el proceso de crear y reformar leyes, incluidas modificaciones a la Constitución, para construir el sistema estatal anticorrupción. Aprobaron muchos cambios, pero nunca consideraron los diputados ni el gobernador en sus iniciativas incluir entre las modificaciones dar una “mayor autonomía” a la ASE, seguramente porque nunca imaginaron lo que pasaría el 1 de julio.
El 17 de agosto, el Congreso del estado se llevó “carro completo”. Primero, con el nombramiento de tres integrantes del Consejo Consultivo del Itaigro (Isela Concepción Cueva Guevara, Víctor Manuel Castrejón Huicochea y Mario Alberto Rodríguez Bello). En un proceso en el que no hubo entrevistas públicas ni se dio a conocer la lista de candidatos y sus trayectorias, como lo establecía la convocatoria, el 17 de agosto se aprobó por unanimidad esta designación.
¿Qué implicaciones tendrá esta designación al vapor? En principio, una larga curva de aprendizaje, ya que no hay evidencias de que los seleccionados sean especialistas en transparencia y acceso a la información. Y dos, el Itaigro requiere un contrapeso real y urgente que contribuya a ordenar y jerarquizar lo que efectivamente necesita el estado en la materia, y si no cuenta con un consejo que se encargue de sugerirlo, se corre el riesgo de que éste sea capturado y decorativo.
Fiscal carnal
El mismo 17 de agosto, los diputados guerrerenses aprobaron el nombramiento por mayoría de votos de Ignacio Javier Murguía Gutiérrez, como fiscal especializado en combate a la corrupción del estado de Guerrero. Cabe destacar que este funcionario ocupará uno de los siete asientos del comité coordinador del sistema estatal anticorrupción y por lo tanto será pieza clave de los avances o retrocesos que observe el sistema.
No nos toca juzgar si son reales o no los antecedentes de corrupción que se le imputan, pero ¿realmente no había otro guerrerense que no tuviera una trayectoria tan cuestionada como la de Murguía Gutiérrez, sobre todo para ocupar un cargo destinado a combatir la corrupción? Ignacio Javier Murguía ocupó previamente la presidencia del Consejo de Políticas Públicas –nombrado por el gobernador Héctor Astudillo–, organismo del que no se sabe públicamente cuáles han sido sus actividades desde el 2 de junio de 2016, fecha en que se instaló (ver Monitor de Guerrero del 12 de septiembre de 2017).
Otro asunto que no mereció discusión en el Congreso fue el tema de la cuenta pública. En dos días, la Comisión de Presu-puesto y Cuenta Pública de la 61 Legislatura “analizó” los informes de los tres poderes enviados por la Auditoría Superior del Estado, y bastaron unos minutos para que sin discusión fueran aprobados
Para Héctor Vicario Castrejón esta aprobación al vapor no tuvo nada de extraño. Dijo que “son asuntos que tienen que desahogarse en la temporalidad que van encontrando puntos de coincidencia, de acuerdos. La ley no dice si es en un día, en un mes o en un año, la revisión es puntual”, según una nota de El Sur. Señaló que los integrantes de la comisión consideraron “aceptable el informe del ejercicio de los recursos públicos, porque aprobaron los dictámenes por unanimidad”.
Sin razón, el diputado Vicario Castrejón disminuye la importancia de la aprobación de un informe que refleja la manera en cómo se ejercieron los recursos públicos en el estado. De hecho, es el único mecanismo de rendición de cuentas al que están obligados los poderes, y los diputados no pueden pasar por alto esta relevancia y ser una comparsa, en lugar de un contrapeso a los otros poderes.
El 23 de agosto, el pleno designó como integrantes de la comisión encargada de emitir la convocatoria, seleccionar y designar a los integrantes del comité de participación ciudadana del sistema estatal anticorrupción a César Guerrero Rojas, Mario Alejandro Mendoza Castañeda, Francisco Javier Curtidor Méndez, Saúl Alberto Rangel Cabañas y Jaime Badillo Escamilla.
Como antecedente, esta comisión que seleccionará al órgano ciudadano de donde saldrá el que coordine los trabajos del sistema anticorrupción en Guerrero, debió haberse designado durante los tres primeros meses del año, según la ley respectiva que los diputados habían aprobado apenas en julio de 2017. No lo hicieron y los legisladores prefirieron hacer un proceso poco cuidadoso y opaco a ocho días de que dejen sus cargos.
Si se leen los resúmenes curriculares de los designados, no se observa experiencia en materia de combate a la corrupción en ninguno de ellos, y de ahí se deriva el riesgo de que nombren un comité de participación ciudadana con personas que no tengan una opinión libre y crítica de los que vive el estado en materia de combate a la corrupción.
Miscelánea
De acuerdo con un documento del CPC del sistema nacional anticorrupción, al 31 de julio faltaban tres estados de nombrar su comisión de selección del CPC local; a siete les falta su CPC local, entre ellos a Guerrero; ocho entidades no habían nombrado a su fiscal especializado en el combate a la corrupción -Guerrero recién lo hizo-. Asimismo, 11 estados aún no integran el comité coordinador de su sistema estatal anticorrupción y 14 a su secretario técnico, en ambos casos, el estado de Guerrero no lo ha hecho.
Hay en las redes una disputa por defender o denostar al director de comunicación social del Congreso del estado, a propósito de una presunta asignación de recursos públicos a un medio de su propiedad. La honorabilidad o no de esta persona no es el problema, el real problema es la falta de criterios claros, equitativos, justos y públicos sobre cómo y a que medios se distribuye el dinero destinado a comunicación social, cuya fórmula hoy es discrecional y arbitraria. Es un tema para la agenda de la próxima Legislatura.
Por cierto, los invitamos a escuchar Monitor de Guerrero, un espacio para el análisis de la transparencia y la rendición de cuentas. Todos los miércoles, a las 10:00 horas, por Digital 106.3 de FM.

martes, 14 de agosto de 2018

Itaigro y Acapulco desacreditan monitoreo ciudadano

Publicado en El Sur, periódico de Guerrero
Los ayuntamientos de Guerrero obtuvieron un promedio de 6.2 por ciento de calificación en transparencia en la más reciente evaluación del colectivo Ciudadanos por Municipios Transparentes (Cimtra). Con ello, se ratifica la tendencia reprobatoria que han seguido los gobiernos municipales desde 2010, cuando comenzaron a revisarse sus niveles de transparencia con base en la herramienta de esta organización nacional.
En la onceava revisión se consideraron 21 ayuntamientos y sus calificaciones estuvieron en un rango que va del 30.5 por ciento que obtuvo el municipio de Acapulco a cero por ciento que tuvieron los ayuntamientos de San Luis Acatlán, Juchitán e Igualapa. Además de estos últimos, 12 gobiernos municipales obtuvieron una calificación que no rebasó el 10 por ciento de transparencia (Copala, Eduardo Neri, Atoyac, Ometepec, Xochistlahuaca, Juan R. Escudero, Mártir de Cuilapan, Tixtla, Tlapa, Iguala, Taxco y Marquelia).
Salvo la primera revisión, donde sólo se evaluaron los cinco municipios más poblados del estado y que en promedio obtuvieron 25 por ciento de calificación, en las restantes diez evaluaciones los ayuntamientos guerrerenses no han llegado ni siquiera al 10 por ciento de calificación promedio, destacando el bajísimo promedio obtenido en la primavera de 2011, con 3.3 por ciento, y el de la primavera de 2012, con 3.7 por ciento.
A nivel individual, excepto el ayuntamiento de Acapulco en las evaluaciones primavera e invierno de 2016 (con 71.5 y 76.1 puntos, respectivamente), ningún municipio del estado ha rebasado el 50 por ciento de calificación.
Este panorama desalentador contrasta con las grandes expectativas que se generaron con la entrada en vigor de la Ley 207 de Transparencia del estado en mayo de 2016, pues no se observaron cambios significativos en la transparencia de los municipios de Guerrero. Al contrario, hay varios ayuntamientos en donde se presentaron decrementos en relación con la revisión de 2017, como en Marquelia (-11 puntos), Xochistlahuaca (-6.3), Iguala (-5.2), Tixtla (-2.4) o Taxco (-2.3). Y tal vez la Ley 207 de Transparencia no tuvo repercusiones en el estado, en gran parte por la impunidad que prevalece en la entidad, ya que a esta fecha no se aplican sanciones económicas a quienes infringen la ley en la materia.
Cortina de humo a lo importante
Los instrumentos y metodología de evaluación de la transparencia en el estado no deberían ser un motivo principal de discusión, como lo han hecho el Instituto de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales del estado (Itaigro) y el ayuntamiento de Acapulco, ya que lo realmente significativo en estos momentos son los bajos niveles de cumplimiento de los ayuntamientos.
El propio instituto, en su primera evaluación diagnóstica encontró un nivel promedio de cumplimiento de los ayuntamientos de 12.9 por ciento, destacando 24 gobiernos municipales con cero por ciento de calificación. Con estos números -que en esencia coinciden con el diagnóstico de Cimtra- es claro que la discusión no debe ser sobre el empleo de una u otra metodología o si un colectivo de organizaciones y ciudadanos evalúa o no a los ayuntamientos. Lo realmente importante es pensar en estrategias y acciones para logar que los gobiernos municipales incrementen sus niveles de cumplimiento. En ese objetivo debe centrar sus baterías el Itaigro.
¿Transparencia ciudadana?
Durante la conferencia de prensa en la que Cimtra presentó los resultados de su más reciente evaluación a municipios, el titular de la unidad de transparencia del ayuntamiento de Acapulco irrumpió para señalar que “no existe la transparencia ciudadana” -suponemos que se refería a la transparencia evaluada con instrumentos de medición elaborados por ciudadanos-, sino únicamente, enfatizó, la transparencia que establece la Ley General de transparencia medida a través de los lineamientos elaborados por el INAI. Su conclusión fue que sólo el Itaigro “tiene la autoridad” para medir la transparencia en los municipios del estado.
El dilema planteado por el funcionario es falso. Simplemente se trata de dos metodologías e instrumentos de medición diferentes -aunque pueden ser complementarios- para evaluar un rasgo de gobierno: la transparencia. Las diferencias se originan inevitablemente al ser dos las fuentes de conceptualización de la transparencia, que en el caso planteado por el funcionario de Acapulco son la Ley General de Transparencia y un sector de la sociedad civil que se ha especializado en monitoreos. Ninguna es infalible, ninguna tiene mayor valor o menos legitimidad, simplemente son diferentes.
Hay un par de comentarios para contextualizar la participación ciudadana en el estado. Aunque en Guerrero no hay ejemplos a la vista, en varias entidades los gobiernos entienden que mejorar la gestión pública implica, entre los temas a considerar, la incorporación de la participación ciudadana. El enfoque de las políticas públicas para hacer un mejor ejercicio de gobierno considera este importante componente en las distintas fases de su ciclo, desde el diseño hasta la implementación y la evaluación. Los ejercicios de Gobierno Abierto se encuadran dentro de este principio.
Así, la participación ciudadana es una condición necesaria para configurar un buen gobierno y no en balde es parte de muchos discursos de políticos y funcionarios de gobierno -incluyendo al presidente municipal de Acapulco- que buscan legitimar programas, políticas o acciones de gobierno con el adjetivo ciudadano.
La segunda consideración es que no se abona a la democracia cuando desde las instituciones gubernamentales se descalifica la intervención ciudadana, sobre todo en un estado donde hay un marcado déficit de participación de la sociedad civil en los asuntos públicos. En Guerrero, la desconfianza hacia las autoridades gubernamentales -obtenida a pulso, luego de décadas de ineficiencia, pésimos gobiernos, engaños, autoritarismo, etc.- es quizás la fuente de la apatía y la indiferencia ciudadana hacia lo que hace el gobierno. Incentivar una participación ciudadana que contribuya al mejor ejercicio de gobierno, debe ser un propósito central de cualquier gobierno, pues no hacerlo tiene consecuencias, entre ellas, los resultados adversos en una elección.
Discusión sobre la validez
La “validez” de las evaluaciones fue un tema que abordó el ayuntamiento de Acapulco en inserciones pagadas en la prensa en enero de 2018. Cimtra respondió en esa ocasión (20 de enero de 2018) por medio de una carta abierta publicada en este diario. Al señalamiento de que las “únicas evaluaciones que tienen validez son las emitidas por el Instituto, por lo que ningún Ayuntamiento se encuentra obligado a participar con dicha asociación civil [Cimtra]”, declaración emitida por el ex consejero del Itaigro, Joaquín Morales Sánchez, Cimtra respondió que “la única autoridad que sustenta las evaluaciones de Cimtra es la moral (…) porque nuestro trabajo es voluntario, no tienen un interés partidista, es realizado por ciudadanos y ciudadanas y además financiado por las propias organizaciones del colectivo”.
La organización agregó que en efecto, “nadie está obligado a vincularse con Cimtra. [ya que] La metodología Cimtra es clara y sencilla: nuestro colectivo decide qué ayuntamientos evalúa, de acuerdo con las posibilidades de las organizaciones que lo integramos, pero no consultamos a los ayuntamientos si quieren ser evaluados. Lo que sí les ofrecemos es apoyo –asesoría, capacitación, información sobre la metodología– para que mejoren sus calificaciones”.
En otro punto, Cimtra argumentó que “El hecho de que un ayuntamiento dé cumplimiento a los temas que exige la ley, no lo hace necesariamente transparente. Tampoco cumplir con la metodología Cimtra hace a un ayuntamiento transparente, pero sí promueve que se publique información más útil y de interés para los ciudadanos (…) Por eso nuestra evaluación es ciudadana, de utilidad social, que busca involucrar a la gente en la vigilancia de los municipios para construir ciudadanías, propósitos que no se logran con el simple cumplimiento de la ley de transparencia”.
Al final Cimtra concluye que “No aceptamos la descalificación de nuestro trabajo como Cimtra con el argumento de que sólo el Itaigro tiene atribuciones para evaluar. Es más valioso que nuestros gobiernos municipales tengan sensibilidad social, se acerquen a la ciudadanía y difundan lo que realmente necesita porque esto es propio de un ayuntamiento que se dice transparente, abierto y honesto”.
 Posición del Itaigro
 El órgano garante de la transparencia en el estado de Guerrero, con los nuevos integrantes, cayó también en el garlito del ayuntamiento de Acapulco. Dijo su presidente Pedro Arzeta García que Cimtra “no opera conforme a los lineamientos que en la materia emitimos” y que “no desacredita ningún ejercicio ciudadano, pero la revisión del instituto es la única oficial”, según nota de El Sur del 10 de agosto, información que también se publicó inicialmente en la página electrónica del instituto, y que después modificaron sustituyendo el boletín publicado.
Nadie le discute la autoridad del Itaigro, desde Cimtra nunca se ha cuestionado ese tema, incluso, en otros años precisamente la exigencia era que el órgano garante realizara los monitoreos que le exigía la ley, pero nunca se le cuestionó porque los hiciera.
Pero ¿realmente era necesario fijar una postura “sobre nuestra obligación como órgano garante, para verificar y ver en qué nivel estamos de transparencia en Guerrero”? Hay otros temas urgentes que sí lesionan el desarrollo de la transparencia en el estado y de los cuales se esperaría del Itaigro una posición que nunca ha manifestado: el rezago en el procesamiento de recursos de revisión y especialmente la gestión de las multas económicas para las dependencias públicas que no cumplen con la ley de transparencia, temas irresolutos de los cuales el órgano garante debe fijar una postura pública y las acciones puntales para atenderlos.
Francamente no es del interés de Cimtra hacer el trabajo del instituto, que recibe recursos públicos para monitorear y evaluar el cumplimiento de las obligaciones de transparencia, ni seguir los lineamientos que elaboró el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales.
Cimtra ha realizado ejercicios de monitoreo o evaluaciones a lo largo de 16 años en varios estados del país, incluso antes de que se legislaran leyes de transparencia en los estados y de hubiera órganos estatales de transparencia. En Guerrero Cimtra ha evaluado desde 2010, mucho antes que apareciera el primer monitoreo “oficial” en enero de 2018, y 12 años después de la primera ley de transparencia del estado.
Lo que buscamos que se comprenda es que los indicadores que se diseñaron para las evaluaciones de Cimtra tienen que ver más con una lógica ciudadana que con la lógica normativa-institucional, son indicadores elaborados a partir del objetivo de encontrar una utilidad social de la información, es decir, elaboradas a partir de preguntarnos qué le sirve realmente al ciudadano, qué información necesita de su gobierno para vigilarlo, para exigir derechos.
La evaluación de Cimtra es un ejercicio ciudadano de vigilancia que no debería ser descalificado, al contrario, si alguien tiene la intención de promover la participación ciudadana en la gestión gubernamental, como muchos funcionarios lo hacen ad libitum en sus discursos, este tipo de ejercicios y otros muchos deberían ser incentivados, no descalificados.
¿Y los resultados?
Uno de los documentos que se deben publicar en un lugar principal en la página electrónica del Itaigro son los resultados de la verificación diagnóstica. La postura del instituto de que la revisión “oficial” de la transparencia de los sujetos obligados del estado de Guerrero corresponde únicamente al Itaigro, debe ser congruente con una amplia difusión de los resultados de dicho diagnóstico, pero a la fecha no hay tal publicación, ni de los datos de la primera verificación, concluida en diciembre de 2017, ni de los recientemente anunciados por el instituto y que corresponden a la segunda verificación.
Será muy saludable que a la brevedad se conozca qué está sucediendo con la transparencia en el estado mediante la publicación en datos abiertos de las dos verificaciones diagnósticas realizadas hasta hoy; esto permitirá que el Itaigro vaya legitimando poco a poco su autoridad.