Marcos Méndez Lara, El Sur de Acapulco
Ayer se presentaron los resultados obtenidos por el Colectivo Cimtra (Ciudadanos por municipios transparentes) luego de aplicar una evaluación a la transparencia de 30 municipios del estado de Guerrero. En términos generales, las calificaciones no son de ninguna manera optimistas, ya que el mayor puntaje que obtuvo un municipio guerrerense (Acapulco) fue de 20 (en una escala de cero a 100), siguiéndole Chilpancingo con 18 puntos, Taxco con 13, San Marcos 12, Chilapa 11 y Huamuxtitlán con 10.
De ahí en fuera, los 24 municipios restantes tuvieron calificaciones debajo de los 10 puntos destacando entre ellos Juan R. Escudero y Atlamajalcingo del Monte, que obtuvieron cero puntos, y Florencio Villarreal, San Luis Acatlán, Tlacochistlahuaca, Xochistlahuaca, Alcozauca, Malinaltepec, Alpoyeca y Benito Juárez, que solo tuvieron un punto de cien posibles.
La realidad de los municipios del estado es cruda: 20 por ciento de los municipios evaluados cumple apenas entre 10 y 20 por ciento de sus obligaciones de transparencia; 13 por ciento de los ayuntamientos se ubica entre cinco y 10 por ciento de cumplimiento; y 67 por ciento no llega ni a cinco por ciento de lo que deben transparentar.
Se pueden observar diferentes comportamientos a lo largo de las cuatro evaluaciones que Cimtra ha aplicado desde noviembre de 2009.
Por ejemplo, Acapulco es un municipio que va en picada respecto de la transparencia de su quehacer gubernamental, ya que en la primera aplicación tuvo 35 puntos, bajó a 22 y hoy tiene solo 20 puntos. Chilpancingo también ha tenido un comportamiento errático, pues llegó a alcanzar 31 puntos, luego descendió a 10 y en la evaluación actual tiene 18. Iguala es un municipio que bajó de 11 puntos en la primera evaluación a 3 en la actual.
Hay otros ayuntamientos que al contrario, han “mejorado” la transparencia de lo que hacen, como es el caso de San Marcos, que de 6.9 subió a 12 puntos, Chilapa, que dio un salto de 3.9 a 11 puntos, y Huamuxtitlán, que de cero pasó a 10 puntos.
Hay muchos otros casos de municipios en los que se observaron mejoras marginales de uno o dos puntos arriba de lo que tenían en su anterior evaluación, tal es el caso de Tlapa, Alcozauca y Copala.
Aun cuando la mayoría de los municipios evaluados obtuvieron mejores puntajes que en las aplicaciones anteriores, esto no significa que deben echar las campanas al vuelo, pues hay que dimensionar la escala que se utiliza, que es de cero a 100, lo que significa que los avances son irrisorios e insuficientes para hablar de municipios transparentes.
Si los presidentes municipales de Guerrero tuviesen la convicción de promover una política de transparencia en sus municipios, no estaríamos hablando de incrementos de uno o dos, sino de por lo menos 70 u 80 puntos. Por lo que es muy probable que los aumentos observados en esta edición sean solamente circunstanciales, y no se deban a una intención deliberada.
Este diagnóstico, que confirma el talante de los ayuntamientos guerrerenses respecto de la transparencia, nos coloca ante un reto de gran tamaño: qué hacer para que los ayuntamientos informen, sean transparentes y rindan cuentas de lo que hacen, pues está visto que no es suficiente con las normas que hay en la materia.
El reto se hace más complejo al considerar que por sí sola, la transparencia no resuelve problemas ni contribuye a que las y los ciudadanos mejoren su calidad de vida. Por lo que también, como un asunto pendiente, está el desatar procesos pedagógicos en la ciudadanía para que la información sea útil a las personas en particular y a colectivos como organizaciones sociales, grupos de colonos, sindicatos, etc., en el ejercicio de sus derechos. Si no atendemos esta segunda parte, de nada sirve que haya municipios transparentes.
De todo. Muy lamentable el asesinato de dos jóvenes estudiantes de la Normal de Ayotzinapa; urgen investigaciones convincentes y castigo a los responsables materiales e intelectuales de este hecho deleznable. Pero también se requiere resolver a fondo los problemas que aquejan a esa y a otras muchas escuelas del nivel medio superior y superior, así como procurar más espacios educativos para miles de jóvenes que lo están demandando. Con esto se contribuye no solo a evitar episodios como el del 12 de diciembre, sino se consiguen propósitos de más largo alcance como quitar el crimen organizado como la opción más cercana a los jóvenes.